El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es un término utilizado para explicar las diferentes manifestaciones de la gravedad del autismo (Martos & Paula, 2011). Este es un trastorno del neurodesarrollo que se caracteriza por cambios en la interacción social y en la comunicación, así como comportamientos repetitivos e intereses restringidos (Martos & Paula, 2011). El Trastorno del Espectro Autista (TEA) afecta al 0,6% de la población, siendo este tres veces más común en hombres que en mujeres, y generalmente se asocia con la discapacidad intelectual (CI <70), que esta presente entre el 25% al 40% de los casos (Martos & Paula, 2011).
Las personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA) tienen dificultades con las funciones ejecutivas entendidas como un conjunto de procesos responsables de la generación, seguimiento y control de acciones y pensamientos (Calderón et al., 2012). Estas cubren muchas funciones como la memoria de trabajo, la inhibición y el control de impulsos, entre otros (Martos & Paula, 2011). Las alteraciones en las funciones ejecutivas dificultan llevar una vida independiente y tener comportamientos consistentes, ya que esta afecta la toma de decisiones, las habilidades mentales, la resolución de problemas, la regulación emocional, entre otros, aspectos imprescindibles para funcionar de forma adaptativa (Martos & Paula, 2011).
Asimismo, las personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA) tienen déficits de planificación en comparación con las personas con un desarrollo normal y otras enfermedades no relacionadas con la discapacidad intelectual (Martos & Paula, 2011). Estas personas, además tienen un desempeño pobre en la memoria de trabajo y en el control inhibitorio (Calderón et al., 2012).
De la misma forma, afecta la flexibilidad cognitiva, que se podría definir como la capacidad de cambiar a diferentes pensamientos o acciones en función de los cambios que se generan en el contexto donde se encuentra la persona (Martos & Paula, 2011). Los déficits en la flexibilidad cognitiva también se caracterizan por las dificultades de los comportamientos motores (Martos & Paula, 2011).
De igual modo, existen déficits en la inhibición de respuesta, en otras palabras, los cambios en estos procesos inhibitorios pueden convertirse en la base psicológica de conductas repetitivas y estereotipadas, así como del deseo de invarianza en estos pacientes (Martos & Paula, 2011). Asimismo, las personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA) tienen intereses poco habituales y restringidos, preferencia por artículos inusuales y adherencia a rituales no funcionales (Calderón et al., 2012).
De la misma manera, el Trastorno del Espectro Autista (TEA) afecta la capacidad de reconocimiento facial, lo que conduce a una disminución en la percepción de la expresión facial, lo que a su vez conduce a una disminución en la percepción de las emociones (Ruggieri, 2013). De manera anólaga, se ve afectada la empatía (Martos & Paula, 2011), siendo esta una parte importante de la experiencia emocional y de la interacción social (Ruggieri, 2013). Asimismo, afecta la capacidad de predecir el comportamiento de las otras personas, sus intenciones, sus intuiciones, entre otros (Martos & Paula, 2011).
De igual forma, existe una interacción social insuficiente, esto quiere decir que los niños tienen poco interés en sus compañeros, tienen una gama limitada de expresiones faciales, tienen poco contacto visual y es poco probable que compartan sus emociones con los demás (Calderón et al., 2012). Si el interés social se desarrolla en el futuro, entonces el problema persiste en la reciprocidad social y en la empatía (Calderón et al., 2012).
Por último, la comunicación es limitada, lo que significa que los niños con Trastorno del Espectro Autista (TEA) experimentan graves retrasos en el lenguaje (Calderón et al., 2012). Más del 50% de las personas no tienen un habla útil y aproximadamente el 25% de las personas continúan experimentando problemas de lenguaje en la aceptación y la expresión (Calderón et al., 2012).
En cuanto al tratamiento, es importante destacar que no existe un método universal único para el Trastorno del Espectro Autista (TEA), sin embargo, hay diversas opciones para mejorar la calidad de vida de las personas con autismo y sus familias (Fuentes et al., 2020). En el mismo orden de ideas, es importante resaltar que el apoyo en el entorno escolar general permite que los niños entren en un entorno social estimulante donde otros estudiantes pueden brindar el apoyo que estos necesitan (Fuentes et al., 2020).
Algunos autores mencionan que, en algunos casos, la atención temprana puede cambiar el mal pronóstico asociado al Trastorno del Espectro Autista (TEA) (Fuentes et al., 2020). Se logra mejorar el coeficiente intelectual, la capacidad visuoespacial y la capacidad del lenguaje, no obstante, no hay una mejora en la adaptabilidad social (Fuentes et al., 2020). Para mejorar estas habilidades, se sugiere incorporar algunos objetivos, como la coregulación social, el inicio y el mantenimiento de la atención conjunta, la teoría de la mente, la coordinación emocional, la flexibilidad del pensamiento, entre otros.
El tratamiento, además, implica la enseñanza de habilidades empáticas, sin embargo, no es solo enseñar estas habilidades, sino también generalizarlas al diario vivir (Ruggieri, 2013). De igual forma, el tratamiento debe proporcionar un entorno lleno de comunicación significativa (Álvarez, 2007). En el mismo orden de ideas, los planes para estimular la atención son un requisito necesario para el aprendizaje en el futuro, es por eso por lo que las intervenciones deben enfocarse en el control del comportamiento, las habilidades motoras y las capacidades de desarrollo de habilidades académicas y sociales (Álvarez, 2007).
Cuando existen síntomas específicos, como, por ejemplo, la autolesión, la hiperactividad, la falta de atención, las conductas repetitivas o estereotipadas o comorbilidades, como, por ejemplo, la ansiedad, la depresión, los trastornos del sueño, se pueden utilizar medicamentos para los niños con Trastorno del Espectro Autista (TEA) para ayudarlos a mejorar los síntomas (Bonilla & Chaskel, s.f).
Por último, es importante resaltar que la intervención no debe detenerse al llegar a la edad adulta, ya que las personas mayores de edad, con Trastorno del Espectro Autista (TEA) deben continuar su educación, asimismo, se les debe brindar un entorno que se adapte a sus necesidades personales y un apoyo social personalizado para que puedan llevar una vida de calidad (Fuentes et al., 2020).
Es importante que las personas que trabajan con el Trastorno del Espectro Autista (TEA) conozcan el trastorno ya que para una intervención efectiva se requiere que esta sea individualizada, estructurada, intensiva y extensa (Fuentes et al., 2020). Asimismo, es importante que los profesionales en salud conozcan a profundidad el Trastorno del Espectro Autista (TEA) ya que la atención temprana puede cambiar el mal pronostico asociado al mismo (Fuentes et al., 2020). A partir de la misma, de mejora el coeficiente intelectual, la capacidad visuoespacial y la capacidad del lenguaje, sin embargo, no hay una mejora en la adaptabilidad social (Fuentes et al., 2020).
En el mismo orden de ideas, la integración del apoyo escolar permite que los niños con Trastorno del Espectro Autista (TEA) entren en un entorno social estimulante donde otros estudiantes pueden brindar el apoyo que necesitan (Fuentes et al., 2020). Asimismo, es importante que los docentes conozcan acerca del trastorno ya que estos pasan un tiempo significativo con los niños, lo que los coloca en una posición especial para detectar la enfermedad (Fundación CADAH, 2017).
De la misma manera, es importante brindarles una psicoeducación a los padres, ya que la familia es la encargada de llevar al niño a que reciba la mejor atención e intervención. Asimismo, es importante que en el hogar le enseñen al niño las habilidades diarias debido a que estas deficiencias que los niños con Trastorno del Espectro Autista (TEA) presentan les impide actuar sin depender de la ayuda de los demás (Álvarez, 2007). Es precisamente a partir de esta idea que profesores y padres deben actuar en el entorno escolar y en la casa, y enseñarles a los niños, de forma integral, para que se conviertan en adultos autosuficientes (Álvarez, 2007).
Por: Juliana Eljach Sotomayor
Universidad CES
Asesora: Liliana Calderón PhD
Referencias
Álvarez, E. (2007). Obtenido 8 Septiembre 2020, de https://www.medigraphic.com/pdfs/pediat/sp-2007/sp076g.pdf
Bonilla, M. & Chaskel, R., (s.f). Trastorno del espectro autista. Obtenido 9 Septiembre 2020, de https://scp.com.co/wp-content/uploads/2016/04/2.-Trastorno-espectro.pdf
Calderón et al. (2012). Aportes desde la teoría de la mente y de la función ejecutiva a la comprensión de los trastornos del espectro autista. CES Psicología, 5(1),77-90.[fecha de Consulta 9 de Septiembre de 2020]. ISSN: . Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=4235/423539529008
Fuentes et al. (2020). Guía de buena práctica para el tratamiento de los trastornos del espectro autista. Obtenido 8 Septiembre 2020, de https://www.institutoidip.com/wp-content/uploads/2018/11/1.pdf
Martos, J., & Paula, I. (2011). Una aproximación a las funciones ejecutivas en el trastorno del espectro autista. Obtenido 8 Septiembre 2020, de http://diposit.ub.edu/dspace/bitstream/2445/33383/1/587296.pdf
Ruggieri, V. (2013). Obtenido 8 Septiembre 2020, de https://pdfs.semanticscholar.org/1bb8/3714f570897645350a44fd200a0edb452e3c.pdf
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