El miedo es una emoción que todo el mundo ha experimentado, puesto que, hace parte de los mecanismos básicos de supervivencia y es una respuesta a una situación del entorno que resulta sorprendentes, nueva o amenazante (Cárdenas, et al., 2010). En correspondencia con Cárdenas, et al. (2010), una reacción de miedo normal sería, por ejemplo, un hormigueo en el estómago cuando se tiene una cita importante, la tensión cuando el jefe está enojado.
El miedo impulsa a las personas a actuar, a afrontar una situación amenazante o a huir (Cárdenas, et al., 2010). Es decir, es una emoción encaminada a la adaptación y al mantenimiento, puesto que, ayuda las personas a afrontar situaciones estresantes para conseguir un mejor rendimiento. Sin embargo, Cárdenas, et al. (2010) menciona que, como cualquier función del sistema del organismo, este mecanismo, que normalmente debería ayudar a las personas a afrontar una situación, puede modificarse, dando lugar a una respuesta desadaptativa, que conduce a una disfunción en la vida diaria, es decir, un trastorno de ansiedad.
Un trastorno de ansiedad es una enfermedad cuyo síntoma central es un miedo intenso, desproporcionado y persistente, que afecta de manera significativa, a la vida diaria de la persona que lo padece (Cárdenas, et al., 2010). De acuerdo con Gold (2006), los trastornos de ansiedad son un conjunto de entidades nosológicas psiquiátricas que tienen la posibilidad de manifestarse en cada una de las etapas del desarrollo, es decir, desde la infancia hasta la vejez, sin embargo, adquieren una importancia fundamental en la niñez.
En primera instancia, porque a pesar de ser una de las enfermedades psiquiátricas de mayor prevalencia en la infancia, es la de menor consulta (Gold, 2006). Esto se debe principalmente porque el niño no consulta solo, consulta un adulto, el cual, debe estar motivado para hacerlo. Las razones más motivadoras para buscar asesoramiento sobre salud mental para niños son los problemas de conducta y el bajo rendimiento académico. En segundo lugar, por el nivel de sufrimiento que implica para aquellos que la padece. Tercero, por las repercusiones emocionales, sociales y posiblemente académicas que involucran. Y finalmente, según Gold (2006), por la evolución que puede causar cuando no se trata a tiempo.
Los niños portadores de algún tipo de trastorno de ansiedad tienden a tener un tipo particular de pensamiento, que se caracteriza por ser exagerado, irracional, negativo y difícil de controlar, el cual se puede denominar el pensamiento catastrófico reverberante (Gold, 2006). Este modo de pensar puede llevar a un cierto tipo de sentimientos básicos, como por ejemplo, el miedo, la preocupación y la vergüenza, sin embargo, lo que define la enfermedad es la intensidad excesiva y la frecuencia en la que aparecen. De hecho, lo que se exagera es la interpretación de los estímulos que se reciben del medio. De esta manera, Gold (2006) menciona que un sonido en la noche se transforma en un asesino; una mala calificación en la seguridad de que perdió el año y el alejamiento de los padres porque se van a trabajar en la certeza de que nunca volverán.
Diversos estudios, realizados principalmente en los Estados Unidos, muestran una serie de complicaciones en un porcentaje significativo de niños con un trastorno de ansiedad no tratado (Gold, 2006). Las evoluciones más comunes tienen que ver con los efectos a nivel académico, profesional, relacional social y emocional. Con eso en mente, se identifica un porcentaje muy importante de adultos con depresión mayor, que previamente tenían un trastorno de ansiedad que no había sido tratado en la niñez o en la adolescencia. De la misma forma, según Gold (2006), hay estudios que sugieren una correlación significativa entre el alcoholismo y los trastornos de ansiedad.
Trastorno por Ansiedad Específico
Es normal que un niño le tenga miedo a la oscuridad, a los monstruos, a los animales grandes o a ruidos fuertes, como por ejemplo a los truenos o a los fuegos artificiales (Lyness, 2018). La mayoría de las veces, cuando un niño tiene miedo, los adultos pueden ayudarlo a sentirse seguro y tranquilo. Pero, de acuerdo con Lyness (2018), una fobia es un miedo más intenso, más extremo y más duradero.
Una fobia se caracteriza por ser un miedo que adquiere una dimensión patológica, irracional y desproporcionada que provoca la evitación consciente del objeto, actividad o situación temida (Cárdenas, et al., 2010). El trastorno por ansiedad específico o la fobia específica consiste en un miedo intenso y persistente a los rasgos excesivos e irracionales, provocados por la presencia o anticipación de la posibilidad de estar expuesto a un objeto o situación en particular (Cárdenas, et al., 2010). En este trastorno, conforme con Gold (2006), los pensamientos catastróficos reverberantes aparecerán frente a un objeto o situación claramente visible y circunscrita.
Esto generará un miedo intenso y constante, que puede ser manifestado por una crisis ansiosa, con la pérdida de autocontrol, con el desencadenamiento de una serie de respuestas físicas que dan la iniciativa del comienzo del sistema de alarma o con manifestaciones neurovegetativas (Gold, 2006). En pocas palabras, Cárdenas, et al. (2010) menciona que el miedo se considera excesivo e incontrolable, lo que provoca un estrés grave en el niño.
Un tipo de fobia específica importante en la niñez es la fobia escolar (Gold, 2006). Dado que la evitación o el escape es el mecanismo de defensa más común en la infancia, el ausentismo escolar es uno de los riesgos de esta entidad. Generalmente, en correspondencia con Gold (2006), el miedo a ir a la escuela es tan intenso que puede haber un verdadero ataque de pánico.
Trastorno por Ansiedad de Separación
Es normal que los bebés y los niños muy pequeños se pongan ansiosos las primeras veces las primeras veces que se separan de sus padres (Lyness, 2018). Empero, después de un corto tiempo, se acostumbrarán a quedarse con otra persona, como por ejemplo un abuelo o un maestro, y comenzarán a comportarse como si estuvieran en casa cuando en realidad están en la guardería o en la escuela. Pero, Lyness (2018) manifiesta que cuando los niños no sobrepasan con la edad este temor de estar separado de sus padres, se considera un trastorno de ansiedad por separación.
Este trastorno es el trastorno de ansiedad más recurrente en la infancia, caracterizado por la ansiedad excesiva cuando no están con las personas principales que están vinculadas, como por ejemplo, padres, enfermeras o la pareja (Cárdenas, et al., 2010). De acuerdo con Rodríguez (2018), esto puede suceder cuando los adultos tienen que estar ausentes por un período prolongado de tiempo o cuando los niños tienen que ir a la guardería por primera vez.
Aquí, el pensamiento catastrófico reverberante aparecerá frente a la separación de la casa o de las personas a las que el niño está afectivamente vinculado (Gold, 2006). Este pensamiento puede ser del tipo “nunca más volveré a ver a mis padres”, “me llevan al supermercado para dejarme allí", "el avión que los lleva a Cartagena caerá", entre otros. Según Gold (2006), el sentimiento será de preocupación intensa o temor y puede manifestarse con señales somáticas, especialmente dolores de cabeza y/o epigastralgias.
Estas manifestaciones ceden ante la verificación de que sus ideas eran irracionales (Gold, 2006). Por ejemplo, al reunirse con sus padres a la salida de la escuela o cuando hablan por teléfono con ellos. Gold (2006) manifiesta que este alivio casi inmediato lleva a que el infante logre ser subestimado en sus manifestaciones.
Por otro lado, es importante mencionar que el trastorno de ansiedad de separación es una de las razones más importantes del rechazo escolar y debe diferenciarse de la fobia escolar, puesto que, su tratamiento es diferente (Gold, 2006). En correspondencia con Gold (2006), hay estudios que muestran una correlación significativa entre el trastorno por ansiedad de separación no tratados en la infancia y el trastorno de pánico en la etapa adulta.
Trastorno por Ansiedad Social
La fobia social se caracteriza por un miedo intenso y persistente a las situaciones sociales o al ser el centro de atención, como por ejemplo, hablar, comer o escribir en público, usar baños públicos, asistir a fiestas o entrevistas (Cárdenas, et al., 2010). En pocas palabras, en la fobia social los niños tienen mucho miedo de lo que puedan pensar o decir los otros (Lyness, 2018). En este caso, el pensamiento catastrófico reverberante aparecerá en situaciones de exhibición social y, de acuerdo con Gold (2006), el sentimiento predominante es la vergüenza excesiva, con comportamientos de evitación y rechazo a cualquier situación en la que haya alguna probabilidad de avergonzarse o humillarse.
De esta forma, los niños se niegan a ir a celebraciones o bailes donde no conocen a muchas personas, a hablar públicamente, a participar espontáneamente ante de la clase, entre otros (Gold, 2006). Asimismo, son excesivamente tímidos, serios y tienden a tener poco contacto visual directo (Gold, 2006). Incluso, puede hacer que los niños eviten ir al colegio o ver a sus amigos (Lyness, 2018). Es por esto que, de acuerdo con Gold (2006), estas características pueden complicar la relación con los otros.
Este trastorno puede tener una repercusión importante en el futuro, puesto que, el niño no tratado desarrolla la evitación como un mecanismo de defensa y pierde oportunidades de crecimiento personal con sus compañeros (Gold, 2006). Actualmente, según Gold (2006), la evitación también se ve reforzada por el uso de la computadora, los videojuegos, entre otros, lo que puede generar la prescindencia del otro, o la tendencia a estar satisfecho con los amigos cibernéticos.
Trastorno por Ansiedad Generalizada
El trastorno de ansiedad generalizada se define como una ansiedad y preocupación excesiva por varios eventos o actividades diarias durante la mayoría de los días, al menos por un período de seis meses (Cárdenas, et al., 2010). En correspondencia con Lyness (2018), esta enfermedad hace que los niños se preocupen casi todos los días por muchas cosas diferentes.
En este caso, el pensamiento catastrófico reverberante aparece ante una gran cantidad de situaciones del presente, pasado o futuro (Gold, 2006). La preocupación de estos niños se puede identificar en las preguntas que realizan, preocupados por el futuro, por las guerras, por la muerte, entre otros (Gold, 2006). Por tanto, de acuerdo con Lyness (2018), el trastorno de ansiedad generalizado dificulta que los niños se relajen y se diviertan, que coman bien y que concilien el sueño en las noches.
Los niños con este trastorno tienen como características básicas, aspectos obsesivos que se ven en el orden, en la necesidad de controlar todo, en la inquietud por la puntualidad y en la tendencia a necesitar certezas (Gold, 2006). Esto está acompañado por síntomas somáticos diversos, como por ejemplo, sudoración en las manos, temblor, tensión muscular, irritabilidad, y dolores de cabeza (Cárdenas, et al., 2010). También, según Gold (2006), puede haber una repercusión en el sueño, ya sea en los aspectos cuantitativos, como por ejemplo insomnio o hipersomnia, o en los aspectos cualitativos, verbigracia, pesadillas.
Trastorno Obsesivo Compulsivo
La característica central de este trastorno es la existencia de dos síntomas específicos: las obsesiones y las compulsiones (Cárdenas, et al., 2010). Las obsesiones son pensamientos o imágenes frecuentes que causan mucha ansiedad y son involuntarios (Cárdenas, et al., 2010). Es decir, se llaman pensamientos obsesivos, por lo que, el individuo no puede controlarlos a pesar de que los critica por ser ridículos o inaceptables (Gold, 2006). Frente a dichos pensamientos, se desarrollan actos repetitivos, a menudo sin un sentido aparente, que también tiene el carácter de parásitos (Gold, 2006). Se llaman compulsiones o rituales. Según Gold (2006), el carácter ritualista esta dado porque detiene temporalmente las ideas obsesivas, liberando así, al paciente de este sufrimiento.
En este cuadro los pensamientos son más reverberantes que catastróficos (Gold, 2006). En correspondencia con Gold (2006), en los pequeños aparecen las compulsiones, como por ejemplo, lavarse las manos cada cierto tiempo, revisar los cajones, ordenar constantemente la mochila de la escuela y golpear los bordes de los objetos, sin una relación clara con las ideas obsesivas.
Muchos pacientes saben que estos síntomas son raros y se avergüenzan de tener estas preocupaciones o pensamientos, por lo que intentan ocultarlos (Gold, 2006). En correspondencia con Gold (2006), muchos están convencidos de que si hallan sus pensamientos, los tratarán de locos, por lo cual, el nivel de sufrimiento es bastante grande.
Trastorno por Estrés Postraumático
En correspondencia con Cárdenas, et al. (2010), el trastorno por estrés postraumático, luego de vivir o presenciar un evento traumático, un accidente, un desastre natural o una situación violenta, el niño reacciona con mucho miedo e impotencia y continúa experimentando este sentimiento después de un mes o más, tratando de evitar cualquier cosa que le recuerde a aquella situación.
En este caso, los pensamientos catastróficos reverberantes aparecen frente a la exposición o a la memoria de un hecho vivido como traumático (Gold, 2006). El paciente a menudo tiene recuerdos involuntarios del trauma a través de ideas, emociones o pesadillas, tendiendo a evitar estímulos que le recuerden al trauma. Esto es, de acuerdo con Gold (2006), evitando visitar lugares donde ocurrió el trauma, no dialogando de lo que sucedió, inhibiendo actividades, emociones y pensamientos hasta el punto padecer periodos de disociación.
La exposición al recuerdo del trauma puede provocar agitación, agresión o pánico (Gold, 2006). Asimismo, en correspondencia con Gold (2006), puede haber consecuencias en el sueño, en el sistema de alerta, con hipervigilancia o con la dificultad para concentrarse, irritabilidad, tristeza y la reacción exagerada a los estímulos imprevistos.
Trastorno por Pánico
Este es un trastorno de ansiedad caracterizado por la apariencia repentina e inesperada de múltiples crisis de ansiedad, también llamadas ataques de pánico, seguidas de un período de al menos un mes con una ansiedad constante relacionada con el miedo a la crisis y las posibles consecuencias catastróficas de las mismas, lo que provoca en los niños un cambio en el comportamiento (Cárdenas, et al., 2010). De acuerdo con Gold (2006), el primer pensamiento catastrófico reverberante surge de repente con la idea de que algo va a suceder, generando así, una crisis de angustia severa con todo el cortejo neurovegetativo que implica.
Estos síntomas causan disfunción en la vida cotidiana del niño y provocan un gran malestar y sufrimiento (Cárdenas, et al., 2010). Las crisis de ansiedad no son precipitadas por factores ambientales, no hay un fundamento que justifique la aparición de los síntomas y su frecuencia es variable. Por lo general, según Cárdenas, et al. (2010), tiene una duración de no más de 60 minutos, con el punto mas alto de malestar durante los primeros 10 minutos.
Importancia de los padres en el tratamiento.
La evidencia científica muestra que los padres y el resto de la familia juegan un papel importante en el desarrollo y en el mantenimiento de la ansiedad en los niños (Cárdenas, et al., 2010). Por tanto a psicoeducación hacia la familia es fundamental en el proceso terapéutico (Gold, 2006). En correspondencia con Gold (2006), la psicoeducación significa intentar descifrar conceptos que pueden ser de alta complejidad conceptual, desde el punto de vista psicológico, para hacerlos comprensibles y convertirlos en herramientas útiles para poder ayudar al niño.
Por otro lado, en la familia debe fomentarse un entorno de comprensión y apoyo para el niño sin presionarlo ni hacer que se sienta responsable de sus síntomas (Cárdenas, et al., 2010). De acuerdo con Cárdenas, et al. (2010), se debe perder de vista la promoción de la adherencia al tratamiento y esto incluye tomar medicamentos, eliminar estigmas y participar en psicoterapia tanto del menor, como de los padres, si así lo indica el especialista en salud mental.
Importancia de los maestros en el tratamiento.
Otras preocupaciones importantes son los ajustes en el aula (Cárdenas, et al., 2010). Si la ansiedad interfiere con la realización de las tareas, la duración de la tarea debe ajustarse de acuerdo con la capacidad del estudiante. Si está muy ansioso por dejar la escuela, Cárdenas, et al. (2010) recomiendan que un adulto los espere fuera del aula para ayudarlo con las estrategias para manejar la ansiedad y brindar compañía.
Si los docentes en contacto con el paciente no están informados sobre las características y los cuidados de un alumno con ansiedad patológica, deben ser contactados para brindarles información al respecto (Cárdenas, et al., 2010). Si el niño mejora, Cárdenas, et al. (2010) mencionan que puede ir abandonando paulatinamente este tipo de cuidados hasta integrarse por completo en sus actividades anteriores.
Por: Juliana Eljach Sotomayor
Universidad CES
Asesora: Liliana Calderón PhD
Bibliografía
Cárdenas, E., Feria, M., Palacios, L., & de la Peña, F. (2010). Guía clínica para los trastornos de ansiedad en niños y adolescentes. 132.247.16.20. Recuperado 27 April 2021, a partir de http://132.247.16.20/guiasclinicas/trastornos_de_ansiedad.pdf
Gold, A. (2006). Trastornos de ansiedad en niños. Scielo.edu.uy. Recuperado 27 April 2021, a partir de http://www.scielo.edu.uy/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1688-12492006000100008
Lyness, D. (2018). Trastornos de ansiedad (para Padres). Kidshealth.org. Recuperado 27 April 2021, a partir de https://kidshealth.org/es/parents/anxiety-disorders-esp.html
Rodríguez, A. (2018). Ansiedad infantil: síntomas y tratamiento - La Mente es Maravillosa. La Mente es Maravillosa. Recuperado 27 April 2021, a partir de https://lamenteesmaravillosa.com/ansiedad-infantil-sintomas-y-tratamiento/
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